
Perdóname, Mundo, porque estaba viviendo la vida.
Perdóname, Vida, porque estaba viviendo la de otros.
Oxígeno es lo que me faltaba
El camino se me antojaba muy largo, tanto, que ni me había dado cuenta de que me había perdido. Escogí una desviación que pensaba me llevaría a ese lugar donde querría estar siempre. Me equivoqué, pero aún no lo sabía. Aún no sabía que me quedara sin oxígeno.
More...
Oxígeno
En aquel pequeño lugar, encontré lo mejor de mi vida y decidí quedarme. Los primeros años fueron bonitos.
Pronto, la prioridad cambió a sobrevivir. Largas jornadas y la familia eran mi vida. Cuando flaqueaba, mis niños y mis esperanzas eran lo que me mantenían arriba. Mi corazón sabía que le faltaban algo, pero qué. En realidad, no quise ver lo que ya sabía, mantenía la esperanza y esperaba, y esperaba... esperaba que algo cambiara.
Poco a poco, a mi alrededor todo se fue volviendo gris. No tenía espacio, mi espacio. No tenía tiempo, mi tiempo. No tenía vida, no tenía más vida. Nadie que me prestara su hombro, que me diera alas, que me insuflara aire. Había dejado de ser mi mejor versión. Y entonces sucedió.
¿De repente? probablemente no. Un día me asomé a la ventana y el paisaje era totalmente yermo. La ilusión por aquel lugar se había desvanecido por completo. me costaba respirar y mi único aliento era para mis niños, así que, decidí emprender otro camino, uno que lo soñaba verde, frondoso y pleno de oxígeno.
Sabía que este sitio estaba ahí aunque no lo veía. Me despedí, deseando que mi partida permitiera que aquél recuperara su verdor y, un día, pudiera albergar a otra persona que consiguiera la simbiosis con aquel lugar.
Al principio, el camino era solitario y, aunque luminoso, durante un tiempo mis pies se esforzaron por avanzar, o quizá más bien se arrastraban. No obstante, una vez tomada la decisión, para mí no hay vuelta atrás. Sabía que era la correcta y había evitado conscientemente medir las consecuencias. Necesitaba oxígeno cuanto antes.

Imagen de Leonardo Valente en Pixabay
Tiempo después, ya respirando mucho mejor, mis pasos se fueron volviendo cada vez más ligeros. Aún sin saber hacia donde me dirigía, sabía que no quería volver a aquel paraje que, conmigo se volvía yermo, a pesar de que era el lugar donde habían nacido mis tesoros.
Un día, empecé a atisbar lo que estaba por llegar y empecé a disfrutar con lo que el camino me iba ofreciendo. Los pasos se hicieron más rápidos y todo se fue volviendo más colorido.
Hoy en día sigo disfrutando del camino. Es el único que me recompone, me deja pensar y me permite respirar profundo. El único que me hace volver a mí, a la vida y al mundo.
Sigo pensando que fue la mejor decisión o, al menos, la que debía tomar, por mí, por mis niños y por aquel lugar que seguiré recordando siempre y que espero que ya esté verde.
También he aprendido lo que hice mal, lo que me conviene para respirar y que hay ciertas decisiones que es mejor no demorar.
¿Te falta oxígeno habitualmente?
Comparte en redes, me ayudarás a llegar a otras personas.
Déjame un comentario al final de la página. Me interesa conocer tu opinión.
Comparte
Sígueme
Categorías blog